Por Dr. Juan J. Catalano

Cimarrones

Un perro; los cien billones de perros constituyen una especie y la especie es un individuo sin historia.

Yo soy la raza ignorada. Una de las especies que poblamos las pampas y que después seguimos la suerte de los hombres originarios del lugar,  sus tolderías y sus  pueblos que se extendían por toda la llanura. Fue un exterminio  acerca del cual los apropiadores de la tierra mintieron cuidadosamente; mostrando esta tierra vital como un desierto para  legítimarse como dueños de lo que robaron a fuerza de rifle.

Acompañé la historia de la conquista  . Mis ancestros llegaron con los primeros barcos colonizadores, para cuidar al conquistador de ladrones, tigres , pumas y cazar indios.

Cuando las ciudades eran arrasadas, abandonadas ; los conquistadores que  perdían o abandonaban  a sus canes ( esos animales que nunca había visto el indio), solo la amplitud de la pampa nos cobijaba con sus pastizales, sus venados y vizcachas; sus cielos llenos de estrellas, bajo el canto  de los grillos cuando el sol de cada tarde había caído como Dios lo tenía previsto. Era la abundante paz de la planicie que se extendía hasta llegar a la misma patagonia; Llanos donde las bandadas de aves en vuelo oscurecían el cielo como  nubes. Dimos hijos a la pampa en hoscas madrigueras y matorrales; vivíamos tras el gauchaje que cazaba el ganado cimarrón ; menos el cuero y la lengua,en su ignorancia o desinterés, vaya uno  a saber, nos abandonaban,  lo que para nosotros era una comilona. A fuerza  de comer las vacas cimarronas que abandonaba el paisanaje en el campo, nuestros crios siguieron multiplicandose fuertes y comenzaron a parecerse entre sí; orejas pequeñas, hocicos largos  y altos cuerpos macizos a fuerza de pampa. Eramos multitudinarias jaurías que según decían los cristianos podíamos cazar un ternero. Cada vez eramos más, pero dicen que el perro tal vez se parezca demasiado al hombre. Cuando la milicada salió a matar a los que llamó aborígenes ,seguimos su destino nos liquiban a medida que avanzaban para limpiar los campos de toda vida que no sirviera al ganado que habían despreciado hasta ese momento.Esos hombres no tenían amor a la tierra; es más solo la querían de esclava..

Durante nuestra agonía vagábamos como animas tristes de haber sido diezmados por los huincas, por los rincones  mas reconditos de los pastizales y cañaverales; nuestro último refugio hasta que nos encontraron los alambradores que solo querían matar a la pampa vieja para escribir su engañosa y triste epopeya.Mataron a todos los nuestros para que no quedara ninguno que pudieran testimoniar esta historia.

Publicado en la antología "Los Nuevos Escritores Latinoamericanos-2003" Tomo I. Editorial Nuevo Ser. 2003.





     

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